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¿Por qué me como las uñas? Teorías psicológicas


Por qué nos comemos las uñas: Las primeras teorías psicológicas

Sigmund Freud creía que un periodo de lactancia prolongado durante la infancia podía dar lugar a una obstrucción en la estructura de la personalidad que denominó “receptivo oral”, la cual podría podía explicar por qué nos comemos las uñas.


Según Freud, las personas que se quedan atascadas en esta fase de su desarrollo tendrían la tendencia a asumir una actitud pasiva y dependiente, esperan que los demás los “alimenten” material, emocional e intelectualmente. Comerse las uñas sería una expresión de su incapacidad para buscar activamente la satisfacción madura de sus necesidades. Esta teoría, sin embargo, ha sido descartada.


Más tarde los psicólogos comenzaron a considerar que morderse las uñas, lo que se conoce como onicofagia, era una forma de autolesión. Según esta teoría, comernos las uñas sería una señal de hostilidad hacia nosotros mismos. En práctica, vertemos la ira y la frustración en nosotros mismos, y mordernos las uñas sería una especie de castigo auto infringido.


Otros psicólogos ven en este hábito una señal de un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Sin embargo, lo cierto es que todas las conductas repetitivas no implican necesariamente una compulsión u obsesión. Las compulsiones suelen estar asociadas a niveles extremos de ansiedad mientras que el acto de morderse las uñas suele estar acompañado de una sensación de placer.


Ahora existe una teoría más plausible sobre por qué nos comemos las uñas: es un mecanismo de regulación emocional.


Comerse las uñas como mecanismo para gestionar las emociones

Psicólogos de la Universidad de Montreal consideran que todos los comportamientos repetitivos enfocados en el cuerpo, desde la onicofagia hasta la tricotilomanía y la dermatilomanía, proporcionan un escape temporal, son una distracción que genera cierto grado de placer o relajación en la persona.


De hecho, si te preguntas “por qué me como las uñas” y analizas el contexto en que suele aparecer este hábito, es probable que descubras que lo haces cuando estás aburrido o sobrestimulado (ya sea porque te sientes estresado o muy emocionado).


Cuando estamos aburridos, comernos las uñas proporciona estimulación, y cuando estamos sobreestimulados nos ayuda a calmar las emociones. Al igual que la nicotina, la onicofagia puede tener un efecto bifásico: estimula en ciertas condiciones, pero tiene una acción relajarse en otras.


En un experimento, estos psicólogos pusieron a personas que sufrían onicofagia o tricotilomanía en situaciones que provocaban frustración (les pidieron que completaran una tarea compleja e imposible de terminar en el tiempo asignado), aburrimiento (los dejaron en una habitación sin absolutamente nada que hacer), ansiedad (vieron una escena de accidente de avión aterradora) o relajación (vieron un vídeo de una playa sentados cómodamente).


Los investigadores observaron el comportamiento de los participantes, y luego analizaron cuán intenso era su deseo de morderse las uñas. Comprobaron que las personas tenían una mayor necesidad de morderse las uñas o tirarse del pelo bajo condiciones de estrés o aburrimiento. Otro estudio realizado en la Universidad de Reading llegó a las mismas conclusiones, añadiendo además que es un comportamiento habitual cuando nos enfrentamos a problemas complejos que debemos solucionar.


Por tanto, es probable que este hábito comience de manera completamente casual pero, una vez que se instaura la conexión en nuestro cerebro, cada vez que nos sintamos aburridos o estresados, recurriremos automáticamente a mordernos las uñas como una válvula de escape para equilibrar esas emociones que nos están disturbando.


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Fuentes


►Roberts, S. et. Al. (2013) Emotion regulation and other psychological models for body-focused repetitive behaviors. Clinical Psychology Review; 33(6): 745-762.


►Roberts, S. et. Al. (2013) The impact of emotions on body-Focused repetitive behaviors: Evidence from a non-treatment-seeking sample.Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry; 46: 189-197.


►Ghanizadeh, A. (2011) Nail Biting; Etiology, Consequences and Management. Iran J Med Sci; 36(2): 73–79.


►Williams, T. I. et. Al. (2007) What is the function of nail biting: An analog assessment study. Behaviour Research and Therapy; 45(5): 989-995

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