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Miguel Adrian Miranda Vega

Aburrirse tiene sus ventajas, la ciencia explica por qué


No tener nada que hacer aburre. Todos, sin excepción, lo han experimentado en el transcurso de sus vidas, y con el encierro esa sensación puede exacerbarse. A menudo muchos lo perciben como una pérdida de tiempo, talento o energía, y por eso puede resultar estresante.

Sin embargo, en la última década varios científicos han descubierto que aburrirse juega un papel fundamental en la vida. Una de ellos, la psicóloga Sandi Mann, autora del libro El arte de saber aburrirse, asegura que este estado emocional sirve para que las personas piensen diferente y encuentren soluciones innovadoras.

“Debemos aburrirnos; si lo hacemos, entonces todo es estimulante”, explica.

Algo similar afirma el investigador y profesor de filosofía Andreas Elpidorou en un artículo de la revista Frontiers in Psychology que recopila múltiples investigaciones.

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Según el experto, el aburrimiento actúa como un estado regulador que mantiene a cada individuo en línea con sus proyectos.

“En ausencia de él, quedaríamos atrapados en situaciones insatisfactorias y perderíamos muchas experiencias gratificantes a nivel emocional, cognitivo y social. El aburrimiento es tanto una advertencia de que no estamos haciendo lo que queremos hacer como un empujón que nos motiva a cambiar metas y proyectos”,

La teoría de ambos tiene fundamento. Un estudio realizado en 2011 por la Universidad de California y el Instituto de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas de Alemania demostró que cuando la mente de un individuo divaga y no piensa en lo que sucede a su alrededor, reflexiona más sobre su futuro.

Este proceso, conocido como planificación autobiográfica, lleva a la gente a planear y anticipar sus metas mientras sueña despierto, y esos espacios dubitativos aparecen con frecuencia en el aburrimiento. Soñar despierto sobre ese futuro, incluso, puede volver a las personas más productivas, como ya lo demostró un análisis de la Universidad Bar-Ilán, Israel.

La chispa que genera en la creatividad también está demostrada. La propia Mann descubrió en 2016 que experimentar la dosis adecuada de tedio estimula la mente para reaccionar mejor a futuros desafíos. En su experimento les encargó a los participantes algunas tareas y luego les pidió usar su pensamiento creativo.

Aquellos que tenían las más aburridas, como leer la guía telefónica, plantearon los usos alternativos más interesantes para los vasos de plástico, una prueba estándar de pensamiento divergente en este tipo de ejercicio.Las dos razones por las que se nos ocurren ideas geniales cuando estamos en la duchaLectura en familia, un hábito que pueden adquirir en la cuarentenaEn Irlanda, los investigadores consideran que aburrirse es tan positivo que lleva a los seres humanos a realizar más actos altruistas. De acuerdo con estos expertos, cuando alguien atraviesa por ese estado emocional en ocasiones siente incertidumbre sobre sí mismo y el mundo. Eso lo hace más propenso a participar en acciones prosociales, como donar a organizaciones benéficas, para restablecer los sentimientos de sentido propio.Por eso, según Mann, la muy aburrida crisis actual por el coronavirus puede ofrecer una oportunidad única e irrepetible para que la humanidad explore su lado más creativo y compasivo.

“Si le piden a las personas que no hagan nada, hasta el punto del hastío, se volverán más creativas y comenzarán a pensar de manera novedosa y productiva. Este encierro podría convertirse en uno de los momentos más creativos de la historia”,

explica en un reciente artículo para el diario británico The Times.

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