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Miguel Adrian Miranda Vega

Cómo recuperarte cuando la vida te aplasta


¿Cómo te recuperas cuando te sientes aplastado por la vida? ¿Cuando tu corazón duele con cada latido?

Ya sea que lo vieras venir o no, la sensación es la misma: estás devastado. Jadeas ante tu vulnerabilidad y te preguntas: "¿Por qué sucedió esto?”

La vida presenta tantas dificultades: angustia, enfermedad, lesión, muerte, abandono. Aunque podemos compartir experiencias similares, cada dolor es personal. No importa cuántas veces la gente bien intencionada diga: "Entendemos", no lo hacen. Incluso puedes resentirte con ellos por intentarlo.

Como psicoterapeuta, me he sentado con muchas personas heridas. Soy testigo de su dolor y hago mi mejor esfuerzo por hacerle un espacio. Incluso cuando gritan, “¿Por qué sucedió esto?” Trato de no reconfortarlos de forma reactiva. Los consejos o respuestas rápidas siempre se sienten falsos, incluso insultantes, cuando alguien está profundamente herido.

El sufrimiento como un maestro

Cuando eres brutalmente derribado por la vida, no te vuelves a levantar inmediatamente. Al igual que al tropezar y caer, tienes el impulso de levantarte y comenzar a moverte de nuevo. Pero ignorar una lesión grave la empeorará.

El dolor exige atención; necesita ser reconocido y abrazado antes de poder seguir adelante.

La historia de Amanda

Cuando conocí a Amanda, ella acababa de sufrir una de las peores heridas: la muerte de su hija pequeña.

Durante semanas, en sesiones individuales, se sentó en silencio, ajena y estoica. "Las lágrimas no traerán a mi hija de vuelta", decía rotundamente, mientras continuaba en un puesto de finanzas que no le gustaba y evitaba su dolor.

Cuando le pedí que asistiera a uno de mis grupos de adultos, ella se burló, "Sin sentido.” Pero, con un poco de insistencia, ella aceptó. "Lo haré por ti", suspiró, "pero es una pérdida de tiempo.”

Durante su primera sesión de grupo, cuando se le preguntaron por qué estaba en terapia, exhaló y respondió: "Mi hija ... ella ... mi hija ...”

De repente Amanda no podía hablar. No podía encontrar palabras. Luchó para tragar su duelo y ahogar sus lágrimas.

"Fue un error venir aquí. Disculpen."

Cuando se puso de pie y tomó sus pertenencias para salir, una mujer intuitiva se acercó y le dijo de forma cálida,

“Yo también perdí a un hijo.”

De repente Amanda fue de nuevo a su asiento y dejó fluir sus lágrimas. Lloró mucho y fuerte, jadeando por aire mientras el grupo dejaba espacio para su dolor.

En las semanas siguientes, esperaba las sesiones grupales. Lentamente, con la ayuda del grupo, se dio cuenta de que la mejor manera de honrar a su hija era encontrar una nueva forma de abrazar la vida.

Qué hacer después de haber sido emocionalmente herido

Me cuento entre aquellos con el corazón roto.

He cuidado a los moribundos, he perdido seres queridos, me han roto el corazón. He llorado solo en la calle, en mi oficina, a veces con amigos y familiares, a veces con pacientes. Traté de esquivar la angustia pero, como a todos, finalmente me encontró. Es una de las certezas crueles de la vida.

Cómo apoyar tu proceso de curación

1. Honra tu dolor.

Evitar el dolor lo aumenta. Para sanar, debes pasar por la puerta del dolor. Las heridas emocionales están más allá de la "tristeza"; se sienten en las profundidades de tu ser. Honra tu dolor; no huyas de él. Desconecta, haz tiempo para reflexionar y date permiso para llorar. Si las personas bien intencionadas te empujan a "superarlo", ignóralas. El tiempo y la paciencia son clave para la recuperación. Rodéate de amigos que entiendan eso.

2.Pide ayuda.

Estar solo es parte de la curación, pero los largos períodos de aislamiento no son saludables. El dolor profundo siempre saca demonios personales, como culparte a ti mismo, abrazar la victimización o la amargura. Tales opciones generan más trampas, no libertad. Busca a tus amigos, busca grupos de apoyo o programas de doce pasos, busca consuelo en la oración, la meditación o la filosofía, lo que sea que te brinde tranquilidad. En lugar de anhelar un milagro, crea uno.

3. Tómate un descanso.

Es importante tomar un descanso de tu dolor y participar en una compartimentación saludable. Todos encuentran alivio de diferentes maneras. Algunos lo encuentran en actividades creativas como la escritura, la lectura, la música, el arte o las películas.

Otros lo encuentran en el movimiento como la danza, el senderismo, largas caminatas, etc. Elige una tarea que te permita escapar al entrar en otra realidad, incluso si es sólo por unos momentos.

No te preocupes: tu dolor te estará esperando cuando regreses, pero estarás más fortalecido, descansado y listo para enfrentarlo.

4. Aprende de esto.

He oído decir que el camino hacia la sabiduría está pavimentado con sufrimiento. Reflexionar, explorar y ponderar, sin autoatacarse o culparse, te abre a una mayor comprensión y compasión por ti mismo y por los demás. Una actitud de aprendizaje te ayudará a descubrir valor en la experiencia. También puede descubrir una nueva libertad curiosa: recuperarse de un trauma emocional o angustia te hace más fuerte, más sabio y más resistente.

5. Sigue adelante.

Algunas personas permiten que el sufrimiento los defina, las moldee y, en última instancia, les roba la vida. Hace muchos años, me invitaron a asistir a una boda entre dos viudos en sus 90. Cada persona que asistió estaba profundamente conmovida, no por el servicio, sino por el espíritu de la pareja para seguir viviendo. Después de darte tiempo para llorar y llorar, después buscar a los demás para que te apoyen y hacer espacio para tu recuperación, tienes que tomar una decisión: ¿vas a permitir que el dolor emocional te detenga o decidirás usarlo para impulsarte en una nueva dirección?

Años después de terminar su terapia grupal, Amanda me llamó para actualizarme sobre su vida. Dejó su trabajo en el banco y obtuvo un título en educación infantil. Estaba trabajando en la escuela primaria a la que su hija iba a asistir antes de morir. Cuando le pregunté a Amanda cómo se sentía, respondió simplemente: "Todavía la extraño. Pero tengo tantos niños que cuidar ahora. Me gusta imaginar que mi hija, donde sea que esté, está muy orgullosa de su madre.”

Terapia Psicológica en Guadalupe, N.L

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